Monte Caseros, Corrientes, 23 de mayo 2025 – En un emotivo tributo a la memoria y legado de Serafín Altamirano, un grupo de músicos chamameceros de Monte Caseros se unió para rescatar y revalorizar la obra de este compositor y acordeonista, cuya figura había quedado en las sombras pese a su invaluable aporte a la cultura regional.

El proyecto, que tiene varias etapas, materializado durante el último fin de semana en el Estudio ROG Producciones de Curuzú Cuatiá, reunió a destacados intérpretes locales: Jorge Giménez en el acordeón de tres hileras, Jorge «Pelusa» Canteros en el acordeón de cuatro hileras, Javier Alonso y Carozo Gutiérrez en guitarras, el mismo Gutiérrez en el bajo, y Eduardo «Picochi» Aguirre como glosista. Juntos, grabaron piezas compuestas por Altamirano, algunas rescatadas de cassettes caseros inéditos que conservaban registros únicos de su música.
Puesta en valor del patrimonio intangible de Monte Caseros
Detrás de esta iniciativa está el arquitecto Javier Alonso, quien desde hace años investiga la vida y trayectoria de Altamirano. Alonso logró recuperar una fotografía del músico en su juventud, un testimonio visual clave que rescata la imagen del artista en sus primeros pasos con el acordeón.
Es importante recordar que la primera biografía de Serafin Altamirano tiene a Clara Agrasar y Susana Bernardi como autoras. Son los datos e información que actualmente están en todos lados, por más que no se cite la fuente. La produjeron en los ‘80 en los inicios del movimiento cultural que realizaba el teatro Raíces en Monte Caseros, hoy reconocido en toda la región de la mesopotamia.

Otro aporte importante surge con la profesora Fabiana Roda, trabajado en la recopilación de datos históricos y realizó junto a un grupo de músicos y el artista casereño Juan Carlos Calgaro, la única estatua del musico realizada en ñandubay.

Parte de su biografía
Serafín Altamirano, nacido en 1916, fue un autodidacta que desde niño dominó el acordeón «verdulera» y animó bailes en el sur de Corrientes y norte de Entre Ríos. Su talento lo llevó a compartir escenarios con figuras como Tarrago Ros, Mario Millán Medina y Carlos Castellán, además de grabar con el sello Odeón en 1976. Entre sus obras más reconocidas se encuentran «La Sotera», «Paso Vallejos» y «Sollozo de un acordeón». Sin embargo, pese a su legado, nunca tuvo la oportunidad de subir al escenario del Festival de Doma y Tradición de Monte Caseros, que hoy lleva su nombre.
Sociedad disociada y dispersa con su cultura
Es hora de que Monte Caseros reivindique a Serafín Altamirano y coloque su obra en el lugar que merece, no solo para la región, sino para el país. Este rescate musical no solo honra la memoria de un artista olvidado, sino que también reafirma la importancia de preservar las raíces chamameceras para las generaciones futuras.
En buena hora, el chamamé vuelve a sonar con el alma de Altamirano.