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La lucha wichí: Aspirar nafta es una consecuencia de la indigencia extrema del Gran Chaco

Frente al avance del consumo de aspirar nafta y otras sustancias, comunidades wichí del norte argentino combaten las adicciones con estrategias ancestrales: talleres culturales, retiros en sus territorios sagrados y la fuerza de la comunidad. Una crónica sobre la resistencia para salvar a sus jóvenes en un contexto de extrema vulnerabilidad.

En el corazón del Gran Chaco argentino, entre Formosa y Salta, las comunidades wichí enfrentan una crisis silenciosa pero devastadora: el consumo de drogas entre sus jóvenes, que ha escalado hasta niveles extremos, incluyendo la inhalación de nafta como método para evadir una realidad marcada por la pobreza y la exclusión.

La droga hace perder costumbres de otros tiempos. Las chicas antes tejían y hoy no; los chicos antes aprendían a hacer las artesanías y hoy no. Con la droga perdieron todo eso”, relata una anciana wichí en su lengua originaria, desde la comunidad Lote 27, en Las Lomitas, Formosa. Su voz, traducida por una joven, refleja la preocupación de un pueblo que ve cómo sus tradiciones se desvanecen ante el avance de las adicciones.

Video que refiere Informe Fundación La Nación (@fundacionlanacion) al grave problema de adicciones que afecta a la comunidad wichi de La Cortada, en pleno chaco salteño, donde niños y adolescentes llegan a aspirar nafta para soportar la indigencia que los atraviesa.

Alejandro Ramírez, presidente de la Comunidad wichí de Tres Pozos y agente sanitario, describe con crudeza el panorama: “Vemos adictos a nuestros jóvenes. Algunos inhalaban con nafta y poxirán. Antes tomaban alcohol, pero ahora caminan solos, discuten con sus padres, roban para comprar droga. No es nuestra vida esa”.

Aspirar nafta es una consecuencia de la indigencia extrema

Pero no solo es el alcohol o la marihuana. En lugares como Morillo (Coronel Juan Solá), en Salta, la nafta se ha convertido en la mayor amenaza. “Los chicos andan como zombis. La nafta te deja tontito”, explica un testimonio recogido por la Fundación La Nación. Jóvenes y niños llenan tetrabricks con combustible y lo inhalan, buscando un escape a una vida donde “la muerte está dando vueltas todo el tiempo alrededor de ellos”, como señala Martín Lago, técnico territorial de la Fundación Gran Chaco.

La inhalación de nafta no es una elección, sino una consecuencia de la indigencia extrema. “No es una elección. Es la única salida que encuentran para poder sobrellevar el día a día”, agrega Lago. Los efectos son devastadores, especialmente en niños cuyo desarrollo físico y mental aún está en proceso. La deserción escolar, la discriminación y la falta de recursos básicos —como cuadernos, zapatillas o agua para bañarse— agravan el cuadro.

Las comunidades buscar alternativas y apoyo

Frente a este escenario, las comunidades wichí han comenzado a articular respuestas propias, arraigadas en su cultura ancestral. Con poco apoyo estatal, pero con la colaboración de ONG como la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Desarrollo (APCD) y los Hogares de Cristo, han creado talleres de arte, espacios de reflexión y retiros en territorios ancestrales como El Pajarito, a orillas del Río Bermejo.

Es un lugar de sanación. Allí sentimos el espíritu de nuestros abuelos, nos dan ánimo y energía”, dice Ramírez. Se trata de reconectar a los jóvenes con su identidad, lejos de los proveedores de drogas, a través de la pesca, la caza y el contacto con la naturaleza.

Otra estrategia destacada es la comparsa “Elé Wichi” (“loro” en wichí), que durante todo el año prepara a los jóvenes para los carnavales, usando motivos culturales originarios. “Les enseñamos a tocar instrumentos, danzamos… con eso logramos cambios importantes”, destaca Ramírez.

Los desafíos y pocas organizaciones sociales

Sin embargo, el desafío es enorme. Gustavo Núñez, de APCD, explica que el alcoholismo lidera el consumo problemático, seguido por la inhalación de pegamento y nafta, y luego el paco. La marihuana también está presente, aunque en menor medida por su costo.

La lucha contra las adicciones en el Gran Chaco es, también, una lucha por la preservación cultural y la dignidad de un pueblo que resiste desde sus raíces. Mientras el Estado brilla por su ausencia, los wichí demuestran que la mejor medicina puede estar en volver a escuchar el canto de los pájaros al amanecer.

 

Fuentes: Informe Fundación La Nación (@fundacionlanacion)/ Testimonios de comunidades wichí de Formosa y Salta/ Fundación Gran Chaco (@fgranchaco)/ Asociación para la Promoción de la Cultura y el Desarrollo (APCD)

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